Siempre he sido un gran admirador de sus novelas, las
cuales, da gusto leer. Y hay una cosa que mueve a César Vidal, y es decir la
Verdad. Recientemente, ha publicado un nuevo ensayo de casi 1000 páginas,
llamado “Historia Secreta de la Iglesia Católica en España”, el cual, me
encuentro leyendo aun. Pero estoy ya avanzado, y creo oportuno comenzar su
análisis, el cual, me va a llevar dos entregas, para poder hacerle justicia a
este interesantísimo libro, con el que he aprendido bastantes cosas.
Tampoco vamos a hacer una tesis histórica a raíz del mismo
ni nada parecido, porque no es el objetivo del presente artículo. Ahondaremos
un poco en determinadas cuestiones, tampoco mucho, porque a fin de cuentas, se
trata de crear cierto interés para que vosotros decidáis adentraros en su
lectura. Este sería el primer objetivo de estos dos artículos. Por otro lado,
hay otra meta que persigo con ellos, y es cerrar la boca de unos cuantos
talibanes y meapilas, que no dudarán en tildar mis palabras de heréticas. Ante
todo diré que lo reproducido aquí, son las conclusiones a las que llega César
Vidal como Historiador, a partir del pormenorizado estudio de documentos
puramente católicos, entre ellos, encíclicas papales. Por lo que no son cosas
que salgan de mi imaginación ni pretendo contribuir a ninguna clase de leyenda
negra.
¿Sería justo decir a raíz de la lectura que la Iglesia toda
ella es mala? No, para nada. Porque, como siempre he dicho y diré, la Iglesia
no solo está formada por la Curia. Está en todos nosotros, las personas de Fe.
Y hay muchos sacerdotes y monjas que están en diferentes lugares del mundo,
plagados de miseria, enseñando la palabra de Dios, es decir, Evangelizando, que
es la principal misión de la Iglesia. Cuestión aparte es que, desde un punto de
vista Histórico, y actual, haya una serie de personajes que han llegado a ser
Obispos y Cardenales, que se han olvidado del asunto de la evangelización, y se
dedican a vivir la “dolce vitta”. Un ejemplo reciente podemos encontrarlo en el
Cardenal Bertone, quien parece tener un ático de lujo que haría las envidias de
algún que otro millonario. Esto tampoco es un invento, pues ha salido publicado
en prensa, con fotos y todo. Si alguien quiere verlo, solo tiene que clickar en
el siguiente enlace:
Pero el caso de Bertone digamos que es menos si lo
comparamos con algunos obispos, que en España, han sido el soporte moral del
Nacionalismo y de cierto grupo terrorista; o por ejemplo, una aparecida ayer en
un periódico de tirada nacional y en otro digital. Creo que son los dos únicos
que la han sacado. Y es que en la muy católica Irlanda, han encontrado un
cementerio pegado a un convento, en el cual, hay unos 800 esqueletos de bebés,
que en vida recibieron algún que otro maltrato, además de que sus madres eran
explotadas en la lavandería del mismo. Para más información, podéis entrar en
los siguientes enlaces:
No me voy a meter en el asunto de los abusos famosos porque
no viene al caso y además, es de sobra conocido por todos. Esto pretendía ser
más que nada una breve introducción para lo que vendrá ahora. Y es que, leyendo
el libro de César Vidal, se descubre por qué se dice tanto eso de que España es
diferente. Igual que nos sucede a nosotros, les ocurre a Italia, Portugal,
Grecia, y otras naciones que en ningún momento abrazaron la Reforma
Protestante, y nunca se han preocupado por modernizarse. Entre otras cosas, no
podían, porque ya había una institución que se preocupaba por el destino de
estos pueblos: la Iglesia católica.
La obligación de un Historiador, y de alguien que sea
aficionado al estudio de esta materia, es muy sencilla: decir la Verdad. Y eso
implica no solo poner la lupa en las cosas buenas de un personaje o
institución, sino también en decir las cosas que se han hecho mal. Porque para
eso está la Historia, para que aprendamos de ella y dejemos de matarnos los
unos a los otros. Estoy convencido de que a más de uno no le van a gustar las
palabras aquí vertidas, y francamente, me es inverosímil. Porque yo escribo
para aquellos que siempre estén dispuestos a debatir, a dialogar y a aprender
algo nuevo. Y como siempre digo, los que no estén de acuerdo, pueden desde
luego decírmelo sin ningún problema, pero siempre desde un mínimo respeto y una
racionalidad alejada del fanatismo que nos permita construir un diálogo
productivo.
Y es que, efectivamente, nuestro país es muy diferente a
aquellos que se adentraron en la Reforma Protestante, especialmente por nuestra
visión particular de la ética del trabajo, la Educación, la mentira y otros
asuntos que abordaremos ahora lo más resumidamente posible, haciendo un gran
esfuerzo por clarificar cuestiones básicas que susciten vuestro interés para
profundizar más en el libro.
Y cuenta la Historia que Santiago nunca jamás llegó a
España. Las primeras predicaciones de las que hay constancia en nuestro país
son las de Pablo de Tarso, del cual, también poco se conserva. De hecho, la
sencilla Fe de Jesús el Judío, había experimentado unas cuantas mutaciones,
según las palabras del cardenal anglicano J.H Newman:
“ El uso de templos; el incienso, las lámparas y velas; las
ofrendas votivas al curarse de una enfermedad; el agua bendita; los asilos; los
días y épocas sagrados; el uso de calendarios, las procesiones, las bendiciones
de los campos, son todos de origen pagano y santificados por su adopción en la Iglesia”
Sí, siento decirlo, pero es así. El catolicismo que se
profesa actualmente, especialmente en cuestiones de rito, tiene un origen
pagano, de hecho las organizaciones cristianas de los tiempos de Constantino,
vieron esto con buenos ojos, porque ya vislumbraban la posibilidad de
convertirse en una religión cercana al emperador y oficial algún tiempo
después. Recordemos que Constantino era pagano, y se bautizó en su lecho de
muerte. Es en este contexto cuando nace la figura de Prisciliano, el “Primer
Disidente” ejecutado por la Iglesia en nuestro país, de quien sabemos muy poco.
Según el retrato escrito por Sulpicio Severo, Prisciliano “era de familia
noble, rico, inquieto, de carácter fuerte, aficionado a la mucha lectura, muy
dispuesto a la predicación y la discusión, que habría tenido éxito de no
haberse corrompido su talento bien dotado con aficiones equivocadas”.
Podemos imaginarnos ya por donde van los tiros en lo de las “aficiones
equivocadas”. Y es que Prisciliano era peligroso, porque se le ocurrieron
algunas cosas que ponían en duda el criterio de la Iglesia, “como el estudio y
la enseñanza de las Escrituras aparte de lo dispuesto por la jerarquía, la
insistencia en que el obispo debía ser designado por la congregación y no por
el resto de la jerarquía y un papel mayor para la mujer en el seno de la
comunidad”. Es en este personaje donde encontramos la semilla que después dará
sus frutos en la Reforma Protestante del siglo XVI. Aparte de que Prisciliano
no tenía un papel relevante en la Sociedad, y sus seguidores eran más bien pocos, pero hubo algún obispo que vio
peligrar su diócesis, y se llegó a la conclusión de que si alguien que carece
de importancia logra que le siga la gente, es porque debe ser un hechicero. Ya
podemos imaginarnos el final de esta historia con la ejecución de Prisciliano.
Me he detenido un poco más en esto porque es donde podemos
encontrar la tónica a seguir por parte de la Iglesia en siglos venideros. Y es
que la Iglesia Católica solo teme que alguien osado como Prisciliano ponga en
peligro sus intereses particulares, intereses que el pueblo español ha pagado a
lo largo de su historia a sangre y fuego. Baste recordar episodios como la
batalla de Lepanto o Trafalgar, hechas con el único propósito de contentar a la
Iglesia, la cual, ha manejado a nuestros diferentes Reyes como marionetas bastante
bien. Pero, aparte del relato de Prisciliano, hay otro hecho que marca un punto
de inflexión: la Expulsión de los Judíos. Más bien, el antisemitismo repugnante
que a día de hoy seguimos teniendo en nuestro país. Es más conocido que los
Reyes Católicos echaron a los judíos en 1492. Solo diré que ninguno de los dos
era antisemita, de hecho, la madre de Fernando era judía, y una gran parte de
la nobleza y del clero de la época, estaba compuesta por judíos conversos,
porque no les quedaba otro remedio dicho sea de paso. Antes de la expulsión,
estuvieron los Progromos de 1391.
Y cuenta la Historia que tras el fallecimiento de Juan I,
hubo una crisis institucional importante, pues la corona recaía en la cabeza de
un niño de 11 años. A finales de 1390, se produjo la destrucción de las
sinagogas del arzobispado de Sevilla. Lejos de detener tales desmanes, el 6 de
junio de 1391, la población de Sevilla, liderada por el arcediano don Ferrán,
asaltaron la judería, en un acto que solo sería superado en siglos posteriores
durante la célebre Kristalnach de 1938 durante el Tercer Reich. Pero este no
fue el único atentado contra los judíos ese mismo año, pues se convirtió casi
en un deporte, y se extendió a otras regiones de la península. En total, si
sumamos las víctimas de todas las matanzas que se perpetraron, la cifra
asciende a unas 50.000. Sinceramente, los Nazis no inventaron nada.
No nos vamos a detener en el reinado de los Reyes Católicos,
ni en la época de Carlos V, pues vamos a viajar directamente a la cuestión
principal que trata el libro y es en la que quiero poner más interés en esta
primera entrega. Y es en las causas de por qué España es un país tan particular
debido a que no abrazamos ciertas enseñanzas de la Reforma. Principalmente en esa visión del trabajo como
un castigo divino. Como botón de muestra de esas diferencias, voy a centrarme
en el ámbito Educativo, que es la raíz de la que derivan todos los problemas.
“EL TRIBUTO PAGADO A LA CONTRARREFORMA (III): LA EDUCACIÓN”
En la Biblia, encontramos un pasaje en el que Moisés se
despide de su sucesor, Josué, a quien le dice lo siguiente: “Nunca se apartará
de tu boca este libro que es la Torá, sino que, de día y de noche, meditarás en
él, para que guardes y te comportes de acuerdo con todo lo que está escrito en
él, porque de esa manera prosperará tu camino y todo te saldrá bien” (Josué
1:8). Por otro lado, el capítulo 6 del Deuteronomio, pone especial énfasis en
que los padres debían poder explicar a sus hijos los mandatos contenidos en la
Torá, de modo, que se ha vinculado especialmente la religión a la lectura de un
libro. Esto marca al pueblo de Israel, que desde ese instante es consciente de
lo importante que es la alfabetización. Con el paso del tiempo nos hemos
olvidado de que el cristianismo nace del judaísmo. No pasa nada, porque ya se han
encargado de que ignorásemos este hecho, especialmente aquellos que dicen cosas
como que Jesús era cristiano y católico, o que era el primer Revolucionario. En
la segunda entrega analizaremos más a fondo el perfil de este tipo de paletos.
El caso es que Pablo de Tarso le dijo a Timoteo: “Desde la
niñez conoces las Sagradas Escrituras, las cuales, pueden hacerte sabio para la
salvación por la Fe en Cristo Jesús” (Timoteo 3:15). El Cristianismo podría
perfectamente haber seguido esa senda igual que los judíos, siendo conscientes
de lo importante que es la lectura para poder acercarse a las Enseñanzas de
Dios, pero como hemos visto al comienzo, el Cristianismo a partir del Siglo IV
experimenta una paganización que lo transforma en una Religión de Ritual, restándole
importancia al Libro. Como consecuencia de esto, encontramos esa visión
Medieval de que se podía ser piadoso, incluso Santo, y a la vez analfabeto. De
manera que, saber leer y escribir no eran requisitos para conocer el camino de
la Salvación. Los Protestantes siguen las enseñanzas de Timoteo y adoptan como
única regla de fe y conducta la Biblia, un libro al que todos deberían poder
acceder libremente y sin ataduras de jerarquía, porque es la Palabra de Dios, y
“se explica por sí mismo”. A día de hoy, sigue imperando esa visión del libre
acercamiento a la Biblia como una cosa maligna. Claro, porque eso supone que ya
no se le podría decir a la gente lo que tienen que pensar y saber.
No es de extrañar que en la época de la Reforma, los índices
de alfabetización fuesen muy superiores en los países protestantes a los
católicos. Por ejemplo, Felipe II prohibió a los estudiantes españoles irse a
universidades extranjeras por el miedo a que se contagiasen de esas ideas
reformistas. Para que nos hagamos una idea más aproximada de la situación: En
1808, el 90% de la población española era analfabeta, de hecho, hasta el Siglo
XIX no se dan los primeros intentos por cambiar esto, y es gracias a los
Liberales y su Ley Moyano, que chocaba frontalmente con los intereses de la
Iglesia, pues pretendía establecer una Educación Pública. A diferencia de los
rumores que se lanzan sobre que los Protestantes solo querían educar a las
élites, lo cual es una absoluta mentira, porque 300 años antes estos ya habían
aprobado una ley de enseñanza pública para todo el mundo.
Y aquí nos topamos con el Gran Terror de la Iglesia
Católica: el Liberalismo. Una corriente de pensamiento que tiene su origen en
pensadores protestantes como John Locke, y que pretendía cosas “imperdonables”
como la libertad de culto, de imprenta y de expresión. Supongo que ya habrá
quedado claro en los párrafos anteriores que la Iglesia no era muy amiga de que
la gente supiese leer para poder aprender, pensar, reflexionar, tener criterio
y, en definitiva, Libertad para poder decidir qué hacer con sus vidas. El
Liberalismo además suponía ponerle freno al brazo armado de la Iglesia, la
Inquisición, que llevaba en nuestro país desde los Reyes Católicos, y no
desaparece hasta el Siglo XIX. Si alguien no sabe lo que es la Inquisición,
para que se haga una idea, solo tiene que ver alguna película que verse sobre
la Alemania Nazi.
Fue el Papa Pío IX el que dijo: “El Liberalismo es Pecado”.
Una enseñanza que la Iglesia se ha encargado muy bien de impregnar a los
españoles desde hace siglos, y que continúa hasta el día de hoy, ya instalada
en el subconsciente de todos. A continuación, reproduzco algunas perlas
extraídas de la Encíclica Mirari Vos del Papa Gregorio XVI, artífice junto con
Pío IX de la doctrina antiliberal de la Iglesia, que en tiempos futuros,
adoptará la Izquierda en nuestro país, pero ya nos detendremos en esto en la
segunda entrega. ¿Qué escribió su santidad Gregorio XVI?
SOBRE LA LIBERTAD DE CONCIENCIA DIJO:
“De esa cenagosa fuente del indiferentismo mana aquella
absurda y errónea sentencia o, mejor dicho, locura, que afirma y defiende a
toda costa y para todos, la libertad de conciencia. Este pestilente error se
abre paso, escudado en la inmoderada libertad de opiniones que, para ruina de
la sociedad religiosa y de la civil, se extiende cada día más por todas partes,
llegando a la impudencia de algunos a asegurar que de ella se sigue gran
provecho para la causa religiosa…”
SOBRE LA LIBERTAD DE IMPRENTA:
“ Debemos también tratar en este lugar de la Libertad de
Imprenta, nunca suficientemente condenada, si por tal se entiende el derecho de
dar a la luz pública toda clase de escritos; libertad, por muchos deseada y
promovida. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar qué monstruos
de doctrina, o mejor dicho, qué sinnúmeros de errores nos rodea, diseminándose
por todas partes, en innumerables libros, folletos y artículos…”
Este individuo tan ejemplar no se contentaba con hablar solo
de estos asuntos, también escribió sobre la separación de la Iglesia y el
Estado, otra medida que querían los Liberales. Dijo lo siguiente:
“Las mayores desgracias vendrían sobre la religión y sobre
las naciones, si se cumplieran los deseos de quienes pretenden la separación de
la Iglesia y el Estado, y se rompiera la concordia entre el sacerdocio y el
poder civil”
Lo expresado a lo largo de estas páginas está sacado
directamente del libro, y pretende ser un Super Resumen de lo que se puede
encontrar en la primera mitad del volumen. Por otro lado, quiero mostrar a
todos aquellos que tengan la mente abierta y no manchada por los prejuicios ni
por el fanatismo, la realidad histórica de una Institución Humana, que durante
muchos siglos se ha autoproclamado dueña y señora de las conciencias del
pueblo, cuyo único objetivo ha sido el de engordar los estómagos agradecidos de
los que trabajaban para ella. El miedo al Liberalismo, y por ende, a la
Libertad viene de lejos y sigue presente en la actualidad. Y es que nuestra Fe,
nuestras creencias, proceden de un Rabí llamado Jesús de Nazaret, que era
Judío. Próximamente, la segunda y última entrega.